domingo, 16 de julio de 2017

La gente “normal” y la opinión de la mayoría


Es usual que la gente quiera persuadirnos con sus opiniones. Se hizo tan corriente, que ni cuenta se dan. Bueno, más bien, no “nos” damos cuenta, porque también nos pasa.

En el afán de expresarnos, terminamos queriendo imponer nuestra idea. Diferente es cuando 2 personas expresan su opinión con argumentos. Puede pasar que ambos (o más de 2) terminen entendiendo que todos tienen un poco de razón. Pero en general, se busca ganar la discusión.

Luego de esta introducción, me interno en el tema que verdaderamente me interesa: como somos influidos por la opinión de la mayoría. Sí, me refiero a la mente masa. Esta influencia es mucho más importante de lo que pensamos. También es cierto que nuestras formas de pensar tengan que ver con un rejunte de otras ideas; sin embargo, lo importante es convencernos REALMENTE de las mismas. Más claro: que no repitamos lo que escuchamos o leímos porque sí, sino que formemos nuestro pensar con las ideas en las que creamos ciertamente, sea por una cosa o por otra. Si repetimos como loros, sin discernir, estamos fritos…

Hay algo muy peligroso en el proceder cotidiano y es actuar de una manera porque la “mayoría” lo dicta. ¿Y qué importa lo que piensen? Bueno, puede que algo importe. Si decimos que nos parece una estupidez la censura del cuerpo humano y salimos desnudos así nomás, podemos terminar detenidos. A lo que voy es que hay que tener sentido común. Como ya habré expresado en otro escrito, no hay que actuar siempre igual. Podemos tener una base como personalidad, pero es muy importante saber ADAPTARSE A LA CIRCUNSTANCIA.

Siguiendo un poquito con esto de imitar el comportamiento de la masa, es notorio resaltar que “Las mayorías casi siempre se equivocan”. Esto nos recuerda el concepto de lo negativo que es seguir al rebaño dormido, sin reflexionar sobre lo que se está haciendo. Una persona aislada piensa. A partir de 2, se genera un conflicto de intereses. Y mientras más grande el grupo, más difícil se hace. A menos que se tenga la voluntad necesaria para decir: “Yo no lo hago”. O “yo lo voy a hacer”. Claro que, en este caso, hay que prepararse a la posibilidad de salir del grupo en cuestión.

Por otro lado, hay una palabra que suele darse por entendido su significado. Me refiero a: normal (y derivados). Normal suele ser lo que acepta la mayoría, lo cotidiano, lo usual, lo habitual. Pero: ¿qué es normal para cada uno? Cuando se acusa a alguien de no tener códigos, en realidad se quiere decir que esa persona no comparte los mismos códigos. También tenemos un ejemplo típico de la sociedad. Una persona que no es gorda ni flaca, o sea “normal”, no tiene una definición similar para todos igual. Se suele aceptar que alguien flaco es normal. Sí, claro. ¿No lo notaron? Me refiero a que el estándar (una palabra más acorde) es la persona casi chata, sin panza. Con algo de pancita, es rellenita o gordita. ¿Y el punto medio? Nuevamente, conflicto de intereses.


En muchos escritos he hablado del punto medio o del equilibrio (incluso uno dedicado exclusivamente a aquello). Bueno, en este caso vuelvo a recomendar no ser extremista mental. Y a respetar más la opinión de los demás, aunque no necesariamente compartirla. Y a respetar-se la propia opinión; a no desvalorizarse. Y a recordar que si uno es llamado raro, mejor. Para que tener ‘la mediocridad de los normales’… Por supuesto, a mantenerse atento y vigilante para no caer en la arrogancia de creerse superior por ser diferente.

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