miércoles, 28 de diciembre de 2016

Cultural-mente


En esta oportunidad, quería ocuparme de lo “culturalmente aceptado”. Puede ser en Argentina, puede ser en el mundo. Ya veremos a medida que transcurre el texto.

Empecemos con el deporte más popular: el problema no es que el jugador de fútbol este sobrevalorizado, sino que personas que sirven desde su trabajo sean tan poco valorados. El ejemplo más claro suele ser el de los médicos: salvan vidas, cierran heridas peligrosas, etc. Si bien yo tengo una disyuntiva con los ortodoxos, que te mandan fármacos hasta el ojt en lugar de remedios naturales (como pueden ser el jengibre y ambay, que tratan más eficazmente los resfriados y gripes) y que te pueden dar tanto tiempo de vida porque así lo indica el “manual”. Aunque es muy cierto que prestan un gran servicio a la humanidad. Yo no tengo estómago ni sangre fría siquiera para ver cómo hacen las operaciones. ¡Imagínense si me animaría a abrir a alguien! Para nada. Atender y operar a chicos o bebés: ¡Esos sí que merecen varias medallas y honores! Pero en fin, a lo que quiero hacer referencia es que brindan un importante Servicio. Y además, están de acá para allá. Ni que hablar de los bomberos. Claro, el trabajo voluntario… Ahí no hay vuelta que darle: sí arriesgan la vida. Y “voluntaria-mente”… Y también otros oficios y profesiones, como los maestros (una vez más, que sean humanos y no rígidos con el programa). Pero lo importante del caso es que, por comparación, parece inaudito que los futbolistas ganen bastante más. ¿No es desproporcionada la diferencia?

Pasemos a otro tema que puede responder la pregunta anterior: hace unos meses, en mi último trabajo, tuve compañeros cubanos. Entre las diferencias culturales que aprendí, hay una que me llamó poderosamente la atención: en Cuba, el valor de una casa es equivalente al de un auto acá. Y viceversa. Claro, es mejor tener donde vivir. El transporte se puede solucionar de otra manera y listo… no recuerdo que me dijeron acerca de los alquileres de viviendas. De todas formas, lo importante es darse cuenta que algo estamos haciendo mal por estos lados… ¿Qué será? ¿Será que hacemos las cosas al revés? No estamos tan errados: en todo el mundo se hacen las cosas a la inversa en diferentes disciplinas...

Y ni que hablar del voto. Prefieren votar a los conocidos. Claro: “mejor malo conocido que bueno por conocer”… Viejo dicho, que habría que ir erradicando. Si nos quejamos de que las cosas están mal y votamos a alguien que sabemos que no las va a mejorar (aplicado a partir de Carlos Saulín): ¿De qué nos quejamos? Está bien, LA MAYORÍA es la que votó a ese candidato. Pero, aun así, la mayoría que le sigue votó a otro, que era igual o peor opción. Ahhhh, pero era conocido… Nunca la oportunidad a alguien nuevo (o no tan nuevo) que pueda ofrecer algo medianamente diferente.


Hay muchos ejemplos más de la idiosincrasia argentina (o de cualquier país). El tema es reflexionar sobre lo que nos impone la cultura. Exacto, eso que nos enseñan. También, la palabrita tradición nos puede jugar en contra. Entonces, rebelémonos contra lo que nos dicen. No por ser rebelde buey o re heavy, re jodido, sino para hacer algo diferente. Si la rebeldía puede llevarnos a otros caminos y la expresamos con respeto y firmeza, nos sentiremos más libres. O sea, pudiendo expresar lo que sentimos.

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