lunes, 19 de diciembre de 2016

A mi querida Patria. Esa redondita…

Tanta rivalidad, tantos opuestos, tanto exitismo, me llevan a escribir esto que pienso desde hace tiempo, pero ahora, un poquito más ordenado...

¿Cuándo va a entender la gente que en la política no hay que ensuciar al otro, que lo que hay que hacer es buscar el posible bien que le haga su candidato al país, provincia, etc.? Recuerdo que antes, en los debates, los candidatos atacaban al otro en lugar de mostrar lo que iban a hacer. En la actualidad, hay una situación que me resulta muy extraña entre los 2 únicos candidatos que quedaron: uno de los 2 ataca directamente al “rival”. Sea el mismo, o los que le hacen campaña. Independientemente de gustos,  creo que esto es muy peligroso. Porque la gente empieza a hacer lo mismo y peor: no ve los errores de “su” candidato, solo contraataca con los que cometió el opositor. Y tampoco ve lo bueno de su competidor. Y lo mismo pasa en el deporte: con la excusa esgrimida del folclore del fútbol, permanentes “ataques” al cuadro adversario de toda la vida, mirando más sus caídas que los logros propios.

Un pequeño descanso (de una oración nomás):

Miremos esta situación en la vida cotidiana: la importancia que le da la gente a lo que hacen los demás, la envidia por tener tal o cual cosa (material o no), o mirar solo lo propio, como si lo demás no importara...

Volvemos de la pausa (o del Corte), meses después:

Este escrito empezó con la elección presidencial anterior, cuando quienes le hacían campaña a Scioli, defenestraban a Macri. Y no me importa si tenían razón o no, no es ese el tema. Más bien, lo que me importa es empezar a mostrar lo mejor de uno y no andar interesándose por lo que hace o deja de hacer el otro. Y esto va para todo el mundo…

Y ya que “actualicé” este escrito, lo mismo podemos decir de River y Boca. Estos últimos, contentos por su victoria en el Superclásico, se cansaron de cansar a propios y extraños. Y cuando el Millo ganó la Copa Argentina, lo mismo. Ojo, los fanas de River también hacen lo suyo; ya no soy ajeno a que ambos son insoportables, aunque por encuestas propias, los bosteros siguen liderando ese ranking. Y también podemos aplicarlo al mundo en general aunque, en este caso, más centrado a Sudamérica. El llamado folclore del fútbol sobrepasa toda cargada. En lugar de disfrutar del espectáculo, también las canciones de la hinchada van dirigidas al eterno rival. Y el canto, por ejemplo, “A la Boca la vamo’ a quemar” es una innecesaria reacción. O robar banderas de otros equipos como trofeos… robar siempre será robar.


Pero en fin, la actitud de fijarse en la otra persona para ver que está haciendo, me recuerda al hecho de culpar a los demás. Difícilmente la gente se fija en sí misma. Todo “es culpa de…”, muy raro que alguien comparta responsabilidad (y no culpa). Y eso se refleja en todos los ámbitos. Sería interesante que cambiemos el esquema mental. Quien les escribe, lo intenta hacer. Hace rato no digo, por lo menos de verdad, que tal cosa “es culpa de…”. Ahora, a nivel interno, eso puede ser diferente. Pero lo importante es eso: auto observarse, prestar atención. Solo queda lo más complicado. Por supuesto, APLICARLO PRÁCTICAMENTE.

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