martes, 19 de mayo de 2015

Robotizado, pero transmutando…


Simplemente re-leyendo textos de aquella hermosa Enseñanza a la que tuve el privilegio de formar parte hace unos años (y que derivó en el contenido volcado en el libro) me di cuenta de algo que venía observando muuuuuuuy espaciadamente: la rutina me tiene atrapado hace rato. ¿O será que yo me dejé atrapar por ella? Mepa que más de lo último.

Hace tiempo había escrito “La robotización de las personas”. Esta vez, la veo muy marcada en mí. Lejos quedó la Enseñanza guiada por un Instructor: fue la hora de abandonar el nido, salir a rodar. Y no fue fácil. Lo más destacado que me dejaron estos Cursos (entre otras cosas) fue comprender la importancia de la estabilidad laboral. O sea, si uno tiene la posibilidad de cambiar de trabajo para bien, bienvenido sea, pero lo importante es trabajar. No como aquellos vie... personas mayores (largamente) que hablan del “sacrificio”, la infinidad de horas trabajando y bla, bla, bla. Más bien, que hacer algo no solo sirve para ganar dinero, sino para servir. Sí, escuchó bien… LEYÓ bien, mejor dicho: servir, brindarle nuestra ayuda o nuestra atención al prójimo. En lo que sea. Y en la medida que vayamos avanzando en nuestra visión, también buscarnos algo mejor para estar bien nosotros mismos con nuestro trabajo. Y ahí me salió el Coaching que estuve estudiando también…
Y hablando del Coaching recordé los Valores y Virtudes. Sobre todo, estas últimas. Y recordé los vicios, también. No tienen que ver con lo habituales, sino… mmm… mejor explicarlo con un ejemplo:

Si la virtud es la Responsabilidad, el vicio por oposición es culpar a los demás. Y el vicio por bastardización (vaya palabra) es culparse hacia uno mismo. No me animaría a hablar de opuestos, pero seguro que cada vicio es una deformación de la virtud. Y entre las otras principales virtudes que vi, me preguntaba si yo las tenía o simplemente caía en los vicios. Por supuesto que también me preguntaba como estaba mi ego, tema que tocaron tanto aquella Enseñanza y como el Coaching, aunque la primera, con más ímpetu. Llegué a la conclusión de que caigo rápidamente en la ofensa; más bien, que me afecte algo que digan. No llego a caer en la agresión verbal, eso queda en un fugaz pensamiento, aunque con mis compañeros de trabajo me permito chicanear fuerte. Y otras cosas más, que alguien que intenta hacer un buen trabajo interno, no debe permitirse es su Crecimiento Personal.

Así que me lancé a escribir, aunque más no sea un pequeño escrito, que espero que les puede servir aplicándolo en ustedes mismos, o sea, teniendo empatía con lo escrito.


Sentía la necesidad de expresarme. Esto me hace mucho bien.