domingo, 26 de octubre de 2014

¿Melancólico 2? No. Resiliente por mil


Otro día de esos que parecían derivar en texto melancólico… Pero no. Desde ayer, que me enteré que echaron a una compañera de trabajo, aunque ella estaba dudando en seguir y quería renunciar, así que no tan malo para ella. Pero se la va a extrañar.

Más concretamente hoy, ya a la mañana, relajado por ser sábado, olvidé el trabajo interno que me había propuesto realizar. Luego, un pequeño olvido en lo que respecta al trabajo, nada terrible. Más tarde, el Barsa perdiendo con el Real. A la tarde, a comprar un jean y un bolso nuevo: solo conseguí el jean. Y lo que detonó todo: Descubrir que la ingle izquierda está muy cerca de herniarse, como para completar el combo de las hernias…

Lógicamente, todo esto me bajoneó, ya que no entendía por qué me pasaba todo esto. Todavía guardaba dentro esa mentalidad de: “Todo pasa por algo. Y está perfecto como se da (si el que está atrás de todo siempre es el Ser Supremo)”. Hasta que caí: en el último tiempo, hace rato ya, ando con una mentalidad muy superficial. Desde dejarme llevar por impulsos, hasta querer agradar a los demás por mi cuerpo. Ya no se trata solo de mí. Y ahí, caí en un error recurrente en mi vida. Ni la hernia derecha me detuvo para recomenzar el gimnasio, con cuidado, claro está; ya que el braguero la sostenía. Solo que estaba empezando a derivar el peso del cuerpo a la pierna izquierda.

Pero no me quedé lamentándome: con un poco de vergüenza interna, empecé a diagramar todo para cambiar el chip. Y a hacer las cosas como corresponden (para mí, claro, si cada uno tiene su interpretación sobre esto).

Empecé a relajarme un poco más, no tomarme las cosas tan a pecho. Y a buscar el retroalimento energético viendo una peli que me encanta, a pesar de que solo la había visto una vez: Nosso Lar (Nuestro Hogar). Trata sobre qué pasa luego de desencarnar. Me encantó cómo la llevaron, aunque no sé si será fiel al libro. Una película para tomar consciencia. Claro que uno tiene que ser afín a la temática. Cuanto menos, tiene que tener la mente abierta.

Y por aquí seguimos. Escribiendo, otra cosa que me gusta hacer, aunque lo uso más como “expresión del momento”. Si nada viene a la mente, ¿para qué forzarla?


Espero que les haya servido para ilustrar como se puede pasar de un aparente mal día a disfrutar del momento (sin descuidar lo que vendrá).

sábado, 31 de mayo de 2014

El respeto de ayer y de hoy

Muchas veces escuchamos gente que habla de lo fabulosas que eran las cosas en su época. De que se hacía esto o aquello (y que era mejor que ahora), que había más respeto, etc. Y con respecto a esto último me he detenido a pensar si era tan así. Repasemos.

Se suponía que antes había mucho respeto por los padres. Mucho antes, más aún. Lo que se olvida es que hace bastantes años, en realidad había miedo a los padres. Y esto lo escuché de mi abuelo, hace un tiempo, cuando todavía vivía. Más adelante, seguía este aparente respeto por los padres, aunque si no se tenía determinada edad, ellos “tenían” razón. ¿Adónde estaba la libertad de opinión? Alguna persona dirá que se podía opinar, aunque, probablemente, se recibía un correctivo por hablar. Y ahora tal vez está todo mucho más light, a los chicos se les quiere enseñar sin darle chirlos, lo cual es una buena iniciativa, pero falta la firmeza. No está mal levantar la voz, gritar inclusive, si es que fuese necesario. El tema está en encontrar ese punto medio, enseñar primero en casa, para después no reclamar que nuestro hijo/a “nos hace pasar papelones”. ¿Y qué se les enseñó?

Otra situación importante: hace algún tiempo que ya hay una sana iniciativa para que haya igualdad entre el hombre y la mujer. Falta por hacer, pero las cosas van bien encaminadas. Por ahí había escuchado a 2 compañeros de trabajo que me llevan generaciones y opinaban que ahora no hay respeto, que las parejas se besan abiertamente, ponen la mano en el bolsillo de atrás de su compañera/o, etc. Me pregunto yo: ¿No es algo natural, que estuvo reprimido por muchos años? Está bien: a veces la imagen puede resultar hasta grotesca, por no haber un mínimo de control sobre las hormonas... Pero ver a 2 personas que se aman, besándose apasionadamente, no tiene nada de malo.
Y con respecto a la igualdad en el trato, se ve que las mujeres tienen más lugar en los trabajos y en opiniones. Algo que debería resultar natural; sin embargo lo resalto porque, como expresaba anteriormente, en otro tiempo no pasaba tanto o no pasaba. Claro que ellas también quieren recibir los gestos de “caballerosidad”, que estaban destinados a mostrar respeto por la mujer, aunque en mi opinión, solo tapaba la falta de respeto e igualdad que se tenía por ella. En mi caso, el respeto lo ofrezco. Los gestos “caballerosos”, cada tanto, los tomo como un mimo más bien, como para sacarles una sonrisa.

Otro tipo de respeto a tratar, es el que se le tiene a los maestros o profesores. ¿Acaso les parece humano que un profesor repruebe a alguien porque se le da la gana o porque no le caía bien el alumno? Vamos, que eso pasa y se sabe... ¿Y qué les parece que le de órdenes? No digo que no le de alguna orden, pero en el colegio debería practicarse la forma de expresarse, “pedir”, no “decir” u ordenar. Ahora hay otros temas que tal vez no conocí en mi etapa en la escuela. De todas maneras, por otro lado, los padres se enojan con los profesores por las bajas notas. ¿No deberían estudiar sus hijos? Si el profesor es muy exigente, se puede pedir una reunión y dialogar. Por qué no, hasta discutir. Pero hasta ahí, porque si continúan los casos de violencia contra maestros, uno corrobora la razón de por qué los chicos no estudian y contestan mal…

Muchos casos más hay, como usar el celular para todo, incluso en la mesa, o comunicarse más por redes sociales que mediante encuentros físicos. En todos los casos, me parece que es saludable encontrar un punto medio, ya que, por ejemplo, la tecnología nos brinda herramientas excelentes para comunicarnos. Después, somos nosotros los que la aprovechamos o nos aprovechamos de esta. Solo basta tener sentido común, a pesar de que, a veces, en este mundo sea el menos común de los sentidos... Y por último, un recordatorio de intentar encontrar el punto medio y por qué es beneficioso:

4º Principio Hermético (de Hermes Trismegisto): El principio de polaridad:


«Todo es dual; todo tiene polos; todo tiene su par de opuestos; semejante y desemejante es lo mismo; los opuestos son idénticos en naturaleza, pero diferentes en grado: los extremos se encuentran; todas las verdades no son sino medias verdades; todas las paradojas pueden ser reconciliadas.»

sábado, 24 de mayo de 2014

La pérdida de energía de la gente


Las personas suelen perder demasiada energía en sus vidas. Una de las formas de perderla es pre-ocupándose. ¿Cómo es esto? Claro, porque si uno se imagina cosas que pueden ocurrir o que pueden volver a pasar está generando una vibración negativa en su cuerpo. Y no hablo solo teóricamente, porque afinando la atención se puede percibir una sensación de malestar al preocuparse. Y prácticamente la mayoría de las formas de perder energía es así. Tal vez, otra sería enojarse en un momento determinado con alguien por algo que nos dijo. Aunque ahí también puede estar la pre-ocupación, porque puede que nos hayamos maquinado con el qué dirán, tomando en cuenta lo que nos expresó la otra persona.

También hay otras situaciones, como por ejemplo sentir que a uno le están “quitando” la libertad al imponerle algo o al perseguirlo. Tal vez, esta circunstancia puede resultar más complicada, como en el caso de un trabajo o lugar de estudio. En este caso, se torna un tanto más complicado, porque uno se debate qué hacer. La respuesta es más difícil cuando se trata de un trabajo ya que, el lugar de estudio, es más sencillo de cambiar. Pero cuando uno tiene que pagar un alquiler, mantener una familia, tal vez con hijos también, no puede dejar el trabajo así porque sí. Sin embargo, tampoco es bueno dejarse atropellar o humillar, porque tarde o temprano (más temprano que tarde), esto afecta a la salud misma. Entonces, hay que buscar alternativas. Una de ellas es hablar. Primero, con la persona con la que estamos en conflicto, aun cuando esta ni lo sepa. Segundo, seguir con algún inmediato superior o alguien de más rango inclusive. Y si no, ir buscando otro empleo. Claro que esto se puede hacer de todas maneras... Pero lo importante es tratar de conservar el trabajo mientras se busca otro, a menos que la salud nos indique lo contrario.

Volviendo al tema principal, otra forma de perder energía es estar pendiente de los demás para criticarlos. Es exactamente el otro lado de qué dirán, o sea, la perspectiva del que critica. ¿Por qué no ocuparse de la vida propia? No es que no podamos emitir opinión, sentido común, pero hay gente que mediante sus comentarios pueden transmitirnos una baja energía que nos haga dar cuenta que dedica mucho tiempo de su vida en fijarse los demás y hacer comentarios maliciosos. Entre estos, están los que atacan a personas exitosas o a quienes logran hacer algo que las personas que critican no pueden. “La gente esta hecha de modo que necesariamente debe atacar todo lo que no puede comprender” (Fragmentos de una Enseñanza desconocida, P. D. Ouspenky)

Otra de las situaciones en las que la gente pierde una cantidad de energía impresionante es cuando quiere realizar múltiples acciones. Muchas veces, como en el trabajo o si uno está apurado porque calculó mal los tiempos y tiene que terminar de hacer algo mientras se prepara para salir. Pero no solo en estas circunstancias: también ocurre cuando uno no tiene ningún aparente apuro por hacer otra cosa. Es una especie de ansiedad injustificada. Es intentar hacer cosas tras cosa. ¿Para qué? Para no aburrirse, tal vez. En Ami, el niño de las estrellas, se explica que aburrirse es “Cuando la mente busca actividad y no la encuentra”. Por eso, está bueno darse cuenta de esto y bajar un par de cambios, para decirlo más coloquialmente. Así, podremos gastar menos energía y disfrutar más del tiempo presente.

Resumiendo: seamos conscientes del uso de nuestra energía. Ya sé que parece propaganda acerca de algún servicio y no lo es. “Ahorrá energía”, podría ser la consigna, aunque algo de eso hay. Ya que si uno simplemente actúa en “automático”, no va darse cuenta de la cantidad de tiempo que desperdicia en su vida. Entonces, si prestamos un poco más de atención, aunque sea cuando ya perdimos gran parte de la energía, hagamos un stop, un alto y no agotemos innecesariamente nuestro cuerpo. Porque hasta el cansancio físico es, en gran parte, por el agotamiento mental.


Por mi parte, yo voy a hacer lo mío, ya que hoy mismo noté que hace tiempo ando en automático. Esto, gracias a un formidable esfuerzo de Atención hacia mí que no tenía desde hace largo rato. Ahora, solo queda por seguir actuando y no malgastando la energía. Eso sí: no seamos tacaños y, si tuviéramos que usarla, pongámosle toda la energía a la situación que así lo requiera.

sábado, 19 de abril de 2014

Autoestima

Auto (del griego autos, que significa por sí mismo). Estima (del latín aestima, del verbo aestimare; que significa evaluar, valorar). Algo así como: “Estimarse (o valorarse) a sí mismo”. Entonces, ¿cómo reconocemos la autoestima?

Sin duda, puede ser tema de confusión, ya que hay que ver de dónde proviene. Vamos a tocar, someramente, el tema de ego y esencia, para clarificar la cuestión. Acá están las definiciones de esas palabras según mi libro “Conocete a vos mismo”:

Ego: el “falso” yo. (…) Es eso que desarrollamos de acuerdo a nuestra experiencia de vida y que vamos adquiriendo con el paso del tiempo. (Acá añadiría): Son, generalmente, las ideas que tomamos como “ciertas” y que defendemos más adelante, generalmente, cuando estamos frente a otra persona. Las cosas parecieran ser de una manera determinada, o sea, como dice la mayoría. Y de acuerdo a esos valores nos manejamos en la vida. (…) Debemos tener en cuenta que actuamos desde el la mayor parte del tiempo entonces, según lo que nos digan, dependerá nuestro estado de ánimo y cuánto nos estimemos.

Esencia: Podemos decir que es lo más puro de una cosa, lo más importante, lo verdadero. En el caso de los humanos, lo podemos ver claramente en los bebés, o en los nenes más chicos. Esa inocencia, esa pureza que irradian. Es lo más real que tenemos, lo que SOMOS. (Añadiría): El “chip” con el que venimos a la vida. Y hablando espiritualmente, también se diría que es la información que acumulamos en nuestra alma de encarnaciones anteriores, pero no es la temática que se va a abordar.

Retomando el tema, cuando nuestra autoestima proviene del ego, puede haber diversas reacciones. Estas, pueden derivar en alta o baja autoestima, dependiendo de la emoción o estado de ánimo de cada uno. En cambio, cuando la esencia domina el asunto, debería haber solo alta estima, ya que lo más puro de nosotros tiende a la bondad, a querer a propios, extraños y a nosotros mismos (aunque puede haber excepciones).  

¿Cómo saber quién tiene autoestima alta o baja? Independientemente de si está comandada por la esencia o el ego, estamos hablando de personas que suelen confiar en sí mismas. Aun cuando algo vaya mal, se ve que siguen intentando perseguir su objetivo. Son personas que no se quiebran fácilmente por una opinión desfavorable sobre ellas mismas. Y las personas de baja autoestima puede que tengan como hábito culpar a los demás. Inclusive, pueden simular ser “fuertes”, pero no se hacen cargo de sus acciones. Ojo que puede que pase al revés: que en lugar de culpar a los demás, lo hagan con sí mismas. También suelen hacer comentarios desfavorables sobre sí mismas; pero no en broma, sino reiteradamente. Es posible que ninguna de estas 2 clases de personas entiendan como el otro tiene esa clase de autoestima (me refiero a los opuestos entre sí).


Lo más importante de todo, es reconocer como estamos en la materia de amarnos a nosotros mismos. Puede parecer difícil amar a los demás, pero también puede ser complicado hacerlo consigo mismo. Cuando nos detectemos en autoestima baja, hagamos el esfuerzo por transmutar al positivo. La mayoría de las veces, si es que tenemos ganas, lo conseguiremos. Y si andamos en “alta”, contagiemos al que anda mal y regalemos lo mejor de nosotros a cualquier otro. Pero, también, tratemos de tener empatía: no siempre el de baja estima querrá recibir esa energía alta. Habrá que respetar esa decisión, aunque suele ser la minoría, ya que el ser humano tiende a estar bien y quiere que la gente de su alrededor también lo esté. 

domingo, 13 de abril de 2014

Ser consecuente


En los actos... Pero qué difícil resulta a veces, ¿no? Sobre todo, si uno trata de seguir un camino espiritual. Porque se puede tener una situación particular en el trabajo, como una persona de más jerarquía con la que no se lleva bien o, simplemente, un compañero. También, puede ser que el mismo trabajo no lo satisfaga. En todos los casos, se trata de un tema delicado, porque el trabajo es la fuente de ingresos y no se puede dejar así como así. Por lo tanto, hay que buscar una solución alternativa. Sin embargo, mientras tanto, hay que seguir en ese lugar. Y si estamos con bronca, nos podemos enfermar, bajonear inclusive (experiencia propia). Y no vale la pena. ¿Cómo hacer entonces?

Primero que nada, entender que el trabajo lo debemos hacer lo mejor posible, pero sin creer que lo que pasa en el es lo más importante del Universo (como tal vez nos quieran hacer creer). Segundo, hacer el esfuerzo máximo por entender la ignorancia de las personas con las que tratamos. No significa que seamos lo mejor ni unos sabios pero, tal vez, el/la superior no actúe pensando claramente lo que hace. Puede que, agobiado/a y mal-acostumbrado/a a la rutina del trabajo, esté procediendo como una máquina (nosotros mismos, en tantas ocasiones). Otra cosa muy importante es mantener a raya nuestro ego: podemos recibir miles de provocaciones, pero mientras logremos mantenernos centrados y, si es posible, con una sonrisa, estaremos salvaguardando nuestra salud.

También puede darse una situación más complicada aún: diferencias con una persona de la familia o amigo con quien convivimos. Acá si que tenemos una prueba muy interesante, porque esa persona nos conoce (y la conocemos) en todo sentido, incluyendo nuestros malos momentos. Pero lo importante es detectar los instantes exactos en los que podemos estar actuando de una manera que no es la correcta. Solo la adquirimos como rutina, y ahí, somos nosotros los que actuamos como máquinas al reaccionar. Si nos damos cuenta a tiempo, podemos corregir el error sobre la marcha y sanear la convivencia.

Para resumir: quien quiere vivir una vida espiritual, con la mejor relación posible con los demás y con uno mismo, debe buscar actuar de manera que lo que haga pueda recordarlo sin arrepentimiento. No llevemos esto al extremo: con la experiencia, vamos aprendiendo a no reaccionar de la misma manera o a proceder de otra forma en determinadas circunstancias. Y esto no lo hubiéramos aprendido si no nos equivocamos previamente. Así que actuar consecuentemente con lo que uno piensa (y siente de verdad) no es nada fácil, pero vale la pena intentarlo.

Culmino con una frase de uno de los textos del Curso que estoy haciendo de Coaching Ontológico, con respecto al miedo de intentar algo:

La diferencia la hace la perspectiva, la interpretación de la palabra fracaso: 
El fracaso no existe; existen experiencias... y así nos sobreponemos al miedo de cometer errores”.